«Medical
Writing» se traduce
literalmente como escritura médica, aunque una traducción más adecuada al
castellano sería la de redacción de textos médicos. Sin embargo, este nombre y su definición implícita adolecen de imprecisión y vaguedad, tanto en castellano como en inglés. Esto, junto
con el desconocimiento del público general sobre esta profesión, hacen
necesario matizar y definir sus funciones y contenidos.
En general, la
redacción de textos médicos remite a la actividad de producción de documentos
científicos (artículos, resúmenes, revisiones, posters, diapositivas, etc.)
realizada por un escritor especializado: el «medical writer», o redactor de textos médicos.
Hasta la fecha, esta
producción científica se centra fundamentalmente en las áreas
de la medicina, biomedicina, farmacología, biología, etc., es decir, en las
áreas del conocimiento relacionadas en general con la fisiología del ser humano
y, más concretamente, con el mundo de la salud. No es común encontrar redactores científicos
especializados en otras ciencias, como la geología, la física o las matemáticas. En
estas áreas, son los propios científicos los que suelen encargarse de la
redacción de los documentos que precisan.
Aunque su actividad no es en sí misma nueva, su consideración como profesión sí es bastante reciente, sobre todo en España. En general, la figura del redactor médico es bastante desconocida. A pesar de que es
una profesión pujante en sectores como el farmacéutico, el de la comunicación
en salud o el mundo editorial científico, incluso dentro de
estos ámbitos se desconocen las funciones principales o el tipo de documentos
que se benefician de este trabajo altamente especializado.
La figura del
redactor médico se estableció en el
mundo farmacéutico, fundamentalmente el anglosajón, porque la industria
farmacéutica reconoció que se requiere de una habilidad especial para la
producción de documentos bien estructurados que presentan la información de
forma clara y concisa. Existe un número creciente de nuevos fármacos que pasan
por procesos de ensayos clínicos cada vez más complejos, y los procedimientos
reguladores que conducen a su aprobación para el mercado también crecen en
complejidad. Esta necesidad de clara articulación de la ciencia médica impulsó
una demanda de documentos bien escritos y compatibles con los estándares
establecidos, de forma que los profesionales médicos y científicos los pudiesen
leer con facilidad y rapidez. La redacción médica también se aplica a la
solicitud de subvenciones y a la publicación de datos biomédicos en revistas
especializadas.
Las funciones del redactor de textos médicos son variadas. El redactor médico es un profesional especializado en la descripción de los resultados obtenidos en investigaciones biomédicas en las cuales, por lo general, no ha participado. Un redactor médico trabaja en estrecha colaboración con los médicos, farmacólogos, científicos y otros expertos en el área, que han diseñado y llevado a cabo la investigación, es decir, con los promotores e investigadores del estudio. El objetivo final es transmitir de forma efectiva y honesta los resultados, las aplicaciones del producto y demás información médica o científica relevante.
Otra de las
funciones del redactor médico es asegurar que el documento escrito cumple los
requisitos establecidos, ya sea por parte de las agencias reguladoras o de las
revistas científicas a las que va dirigido.
Son muy diversos
los tipos de textos escritos por un redactor médico: protocolos de ensayos
clínicos, manuales para investigadores, informes del ensayo clínico, documentos
técnicos, etc. Pero hay dos tipos de documentos a los que el redactor
médico suele dedicar la mayor parte de su tiempo, sobre todo aquellos que
trabajan como profesionales independientes: los artículos originales y los artículos
de revisión.
La gestión de la
publicación de los artículos (envío y presentación a la revista, formateado del artículo
según las especificaciones de la misma, seguimiento de las posibles
correcciones necesarias, etc.) suelen ser también una labor llevada a cabo por
el redactor médico.
Sobre los hombros
del redactor médico también recae una responsabilidad
ética importante. El redactor es responsable de que el manuscrito que
entrega a los autores y promotores del estudio refleje fielmente los resultados del
mismo, que la discusión de los resultados se haya hecho siguiendo las
directrices establecidas y que todo el proceso se haya realizado de la forma
más honesta posible.
El ámbito de la redacción médica es amplio. El redactor médico elabora los documentos necesarios para la divulgación de la información científica. También es su función asegurar que los documentos producidos cumplen con la normativa vigente, con las instrucciones de la revista donde se quieren publicar la información, y en general con las pautas de contenido, formato y estructura admitidas por la comunidad científica.
Este polifacético
ámbito hace que se puede distinguir, a grandes rasgos, entre una redacción
médica de comunicación científica, una redacción médica de registro de
fármacos, y una redacción médica de divulgación sanitaria dirigida al público
general.
Así, en la
industria farmacéutica podemos distinguir dos tipos principales de redactores
médicos:
El redactor médico
regulatorio («regulatory
medical writer», en inglés) que se encarga
de la creación de la documentación requerida por las agencias reguladoras y
autoridades sanitarias para la aprobación de un medicamento, un
dispositivo o un producto biológico. Los documentos normativos pueden ser
amplísimos y plagados de fórmulas. Incluyen los protocolos clínicos utilizados
en el estudio, informes de los resultados, formularios de consentimiento
informado de los pacientes, folletos para el investigador, resúmenes, etc. Esta
documentación recoge y analiza los datos recogidos por una empresa en el curso
del ensayo clínico.
El redactor médico
educativo («educational
medical writer»), que se encarga
de la escritura de documentos sobre un medicamento, dispositivo o producto
biológico para el público en general, o bien para públicos especializados como los
profesionales de la salud. Este ámbito incluye la documentación sobre ventas
del medicamente recién sacado al mercado, presentación de resultados en
conferencias médicas, artículos para revistas especializadas y programas de
educación tanto pública como privada.
Otros tipos de
escritura médica incluyen el periodismo y el marketing, los cuales pueden tener
un enfoque científico y necesitar para su redacción de un profesional
especializado.
Cualquiera que sea
el tipo de escritura médica, las empresas suelen asignarle tal función a un
escritor interno (las grandes compañías farmacéuticas suelen tener
departamentos de «medical
writing»), o bien externalizan
la función contratando los servicios de un redactor médico.
En definitiva, la
redacción médica es, desde hace tiempo, una función claramente establecida en
el mundo farmacéutico, pues incrementa la rapidez y calidad con la
que se publican los resultados de los proyectos de investigación.
El redactor médico necesita poseer unas habilidades y una formación muy específicas. Combina sus conocimientos científicos y técnicos y su experiencia investigadora con la capacidad de presentar la información de forma adecuada, adaptando el nivel del lenguaje al público para el cual está destinada. No todo el mundo está capacitado para redactar documentos científicos complejos de forma clara y estructurada, ni para transmitir el mensaje de dichos documentos de forma efectiva.
Por lo general, el redactor médico está en posesión de una titulación en
las ciencias de la vida (biología, bioquimica, fisiología, química, medicina,
etc.), incluso algunas empresas exigen el título de doctor en ciencias. No
obstante, no es extraño el caso de muchos redactores médicos que comenzaron con
una formación en el área de las lenguas y que después derivaron hacia las
ciencias de la salud.
No es imprescindible tener una titulación en medicina, pero sí es
importante tener unos conocimientos básicos sólidos de fisiología y biología
humanas, para ser capaz de comprender la información recopilada para la
escritura. También es requisito imprescindible tener un nivel muy bueno de
redacción, y saber manejar con soltura programas de procesamiento de textos. La
atención al detalle es esencial a la hora de revisar y corregir documentos, así como
identificar los puntos más esenciables en la, a menudo, vorágine de información
suministrada. Las capacidades comunicativas y de trabajo en equipo son también
importantes, pues un redactor médico forma parte a menudo de un equipo
multidisciplinar. Necesitará mantenerse en buenas relaciones con personas de
distintos ámbitos.
En definitiva, el redactor de textos médicos debe estar preparado para escribir distintos
tipos de documentos científicos, acomodándose a las necesidades de su cliente y
del público al que la información va dirigida. Además de una formación básica,
requiere tener competencia y habilidades en la búsqueda de información, un
pensamiento analítico y conceptual y una gran capacidad de colaboración.
Y por supuesto, a escribir se aprende escribiendo. La formación continua
es parte esencial de la vida profesional del redactor médico.
En resumen, la redacción médica consiste en la creación de documentos de carácter científico, por lo general en el ámbito de las ciencias de la salud, ya sea en sus vertientes de investigación, aplicación de normativas o divulgación. El profesional especializado que realiza tal actividad es el redactor médico.
Bibliografía:
- La redacción médica como profesión. Coordinadores: Fernando Rico-Villademoros y Vicente Alfaro. Cuadernos de la Fundación Dr. Antonio Esteve Nº 17. 2009. ()
- Wikipedia: Medical Writing
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